Tres generaciones asomaban en la pequeña caseta de madera y los cucuruchos de papel en la vieja estanteria se amontonaban unos sobre otros esperando su turno. Os falta el moño blanco, el mantón de lana y el viejo delantal!sugerí atrevida a las más jóvenes...Cómo se presenta la temporada? Pués depende del Ayuntamiento, nada fácil... -contestó la más veterana frunciendo su arrugado ceño.
Faltan unos minutos! nos dijo...y yo, agradecida por esperar con la mirada perdida en las brasas del carbón.... De pronto un señor alzó su voz al aire...el último, por favor? Nosotros! -respondí rápida y aliviada al contemplar que la gente aún está dispuesta a pagar y esperar por un puñado de caducas castañas calientes...
Feliz y dulce castañada!